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“UN, DOS, TRES, MIL ALGARROBOS” LA HOMOGENEIZACIÓN DEL MONTE.


     Asistimos actualmente en la provincia de Córdoba a un renovado interés por lo ecológico. Los últimos incendios, sumados a la deforestación para ampliar la agroindustria y el desarrollo inmobiliario, encendieron las alarmas una vez más sobre la minúscula fracción de bosque nativo en buen estado de conservación que queda en el territorio cordobés. Múltiples son las iniciativas que se han gestado al calor de las llamas, buscando conservar la naturaleza y generar conciencia sobre la importancia de mantener el equilibrio ecosistémico que asegure entre otras cuestiones, la provisión de agua potable para nuestro pueblo. 

Pero de este río revuelto que llamamos cuidado del medio ambiente han proliferado en nuestra provincia ciertos emprendimientos, que bajo el manto discursivo de la lucha contra el cambio climático y la reforestación de los bosques perdidos, pretenden instalar un modelo de negocio basado en la forestación de unas muy pocas especies de árboles autóctonos y exóticos; y que a razón de su ignorancia o lucro económico contribuyen a deformar gravemente los ecosistemas y la conciencia medioambiental de la ciudadanía. 

         EL PADRE DE LA CRIATURA

Una fecha tentativa que abrió las puertas a la institucionalización de esta mirada deformada de la conservación del monte nativo fue en el año 2017, a partir de la sanción del Plan Provincial Agroforestal Ley 10.467. La misma establece que los predios agropecuarios, posean obligadamente entre el 2 y el 5% de su superficie con cobertura arbórea o su equivalente, dentro de los diez años desde la reglamentación de la misma.  Lo que no especifica este instrumento legal, reflejo de su pobreza, es una definición de bosque nativo: se promueve al mismo nivel la plantación de especies nativas como de exóticas no invasoras (entre ellas pinos, eucaliptus, álamos). Cada situación particular se ajustaría al “buen” criterio de un ingeniero agrónomo que fiscalice que los productores reforesten su superficie asignada. 

Una invitación al monocultivo de árboles exóticos, o de nativas. Armar porqué no un “monte productivo”, a la medida del gobierno y la agroindustria. 


                                                                 (Fuente: ppa.cba.gov.ar) 


        EL MONOCULTIVO “ECOLÓGICO” Y SU MODELO DE NEGOCIOS

El Gobierno Provincial de Unión Por Córdoba, en su afán de cumplir en estos diez años (de los cuales ya pasaron cinco) el gran objetivo de reforestar el territorio cordobés, abrió la puerta a varios emprendimientos (Baum, Optimizar, Neo-Agro, entre otros) de monocultivo de árboles, que con un greenwashing sumamente atractivo, apelan a discursos de lucha contra del cambio climático y a la salvación de la tierra. Uno de los efectos de esta campaña ha sido la instalar la idea posible de un monte de única especie, un monte homogeneizado donde las partes son más importantes que el todo

Nunca fue tan fácil salvar el mundo. La redención llega nuevamente de la mano del monocultivo, como hace 25 años lo fue la Soja RR y el glifosato. No es coincidencia que estos modelos de negocios “verdes” tengan tanta aceptación en la opinión pública. La idea del campo como monocultivo de soja o maíz transgénico se ha arraigado profundamente en el sentido común de la sociedad argentina. Hoy decir que el campo es monocultivo es un oxímoron. Y por extensión a la naturaleza o el monte, esta cadena de significación a nivel de nuestras conciencias se hace tan probable como peligrosa.  

Contra todo buen criterio de restauración en estos emprendimientos se eligen ciertos árboles que por sus características aseguran una rápida germinación y posterior desarrollo. El algarrobo blanco (prosopis alba) por su rápido crecimiento, enorme altura, potencia visual y fácil reconocimiento es uno de ellos, también del género pinus (Pino) o el Eucalyptus (Eucalipto) prevalecen entre las especies exóticas pasibles de ser utilizadas a futuro de manera productiva. 

Leyendo esto quizás me tilden de exagerado, surgiendo la pregunta: si estos emprendimientos están plantando árboles nativos, en territorios donde hubo un incendio o hay pocos o directamente no hay árboles, ¿Acaso no es una buena acción plantar algarrobos, ya que son árboles nativos? ¿Es una exageración catalogar esto como una pésima práctica de restauración y conservación? 

Para responder a estos interrogantes es necesario traer la idea de biodiversidad de ecosistemas, un basamento indispensable para entender la conservación y restauración del bosque nativo. 


                                                       (Fuente: Buscador de imágenes Google)

           LA BIODIVERSIDAD OLVIDADA

Por simple lucro, descuido y/o ignorancia no escuchamos ni conocemos los ciclos de recuperación del monte nativo. La biodiversidad de la flora y la fauna se garantiza en estos casos, bajo la recuperación sin intervenciones dañinas de la mano del hombre. Las cientos de especies de árboles, arbustos, herbáceas, pastos, hongos, líquenes y muchos etc. en nuestra provincia son los que garantizan el muy frágil equilibrio ecosistémico que nos provee entre otras cosas, agua potable. En la multiplicidad y especificidad de la flora autóctona radica la posibilidad de que se garantice este servicio ecosistémico. En palabras amenas, que la Pacha provea. 

Plantar solo algarrobos y dos o tres especies más para salvar el bosque no es sólo una mentira en el discurso, sino que también en el territorio plantado se “ahogan” eventuales colchones de semillas de otras especies nativas que bien pueden crecer si se les da la oportunidad. También es importante tener en cuenta que no siempre las mismas especies arbóreas son predominantes en todos los ecosistemas de la Provincia de Córdoba.

Por otro lado, plantar exóticas es sumamente peligroso por el desequilibrio ambiental que las mismas generan. Sería más importante actualmente generar campañas de control y erradicación de plantas exóticas tales como la acacia negra, el siempre verde, el pino, el grateus, entre otras, además de prohibir su reproducción. Y sobre todo lo más fundamental, reglamentar y preservar las reservas naturales actuales, los relictos que aún estén desprotegidos, no intervenirlos innecesariamente.  

No existen soluciones mágicas a manos del hombre para sanar la naturaleza. Hemos naturalizado la desaparición de la biodiversidad como si no nos afectara. Su desesperante pérdida y su vital importancia es un indicador que no se tuvo en cuenta para planear el desastroso Plan Agroforestal. Aún así lo venderán algunos empresarios como la salvación. Es preciso cambiar radicalmente este pensamiento. 


Un, dos, tres mil algarrobos no hacen monte.

Pedro Aubone





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